Después de tres días de levantarme temprano, de sostener varias discusiones con Susana por motivos diversos, de lidiar con el tráfico tapatío a horas pico, de luchar contra la burocracia inmobiliaria, de intentar repartir más invitaciones, de asistir a la toma de posesión del nuevo titular de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco, de ayudar a elaborar los recuerdos de la boda, de sentir que me voy a enfermar de gripa de un momento a otro…
Por fin es viernes.
Y como buen viernes social, hoy en la noche me tomaré una cerveza bien helada en Los Famosos Equipales, rodeado de amig@s vari@s, todo ello cortesía del buen Compish que me está organizando un convivio-despedida.
Así que el estrés de estos últimos días previos a la boda, podrá diluirse con algunos tragos, mientras la cuenta regresiva continúa su marcha inexorable.
¡Salud!
viernes, 3 de agosto de 2007
miércoles, 1 de agosto de 2007
De regreso...
Había imaginado mi regreso al trabajo enmarcado por un día gris, frío y oscuro, con lluvia constante desde la madrugada y calles inundadas. Uno de esos días en que es mejor no salir de la cama.
Sin embargo, hoy amaneció seco. Nublado, pero sin lluvia y, contrario a lo que esperaba, no me costó tanto trabajo levantarme temprano. Y eso que las últimas dos semanas me había despertado después de las 8.00, la hora en que debo estar en la oficina bañado y rasurado.
En fin, mis vacaciones de verano terminaron por fin y heme aquí, sentado frente al monitor de la computadora, tratando de contener uno que otro bostezo y repasando mentalmente las opciones para desayunar.
Y repasando también los pendientes de la boda que aún me quedan por resolver, pues aunque avanzamos mucho en estos últimos quince días, todavía hay detalles que afinar, afortunadamente son los menos ya.
Veamos: me falta entregar algunas invitaciones, me falta comprar mis zapatos, escoger el repertorio musical para la ceremonia religiosa y hasta tratar de bajar un poco de peso en tan sólo 18 días…
Incluso hice una apuesta con mis cuñados y Susana para ver quién bajaba más, pero el destino cruel se ha empeñado en que no sólo no pierda peso, sino que haya aumentado un poco más.
Pretextos no han faltado: desde la boda de Emigdio, pasando por el cumpleaños de Fernando y el de mi madre, con sendos festejos y harta carne asada en los dos. Más además una que otra (bendita) cerveza con los amigos mientras disfruto de mis últimos días de soltería.
Total, dirían alguien por ahí… ¿qué le hace?
Sin embargo, hoy amaneció seco. Nublado, pero sin lluvia y, contrario a lo que esperaba, no me costó tanto trabajo levantarme temprano. Y eso que las últimas dos semanas me había despertado después de las 8.00, la hora en que debo estar en la oficina bañado y rasurado.
En fin, mis vacaciones de verano terminaron por fin y heme aquí, sentado frente al monitor de la computadora, tratando de contener uno que otro bostezo y repasando mentalmente las opciones para desayunar.
Y repasando también los pendientes de la boda que aún me quedan por resolver, pues aunque avanzamos mucho en estos últimos quince días, todavía hay detalles que afinar, afortunadamente son los menos ya.
Veamos: me falta entregar algunas invitaciones, me falta comprar mis zapatos, escoger el repertorio musical para la ceremonia religiosa y hasta tratar de bajar un poco de peso en tan sólo 18 días…
Incluso hice una apuesta con mis cuñados y Susana para ver quién bajaba más, pero el destino cruel se ha empeñado en que no sólo no pierda peso, sino que haya aumentado un poco más.
Pretextos no han faltado: desde la boda de Emigdio, pasando por el cumpleaños de Fernando y el de mi madre, con sendos festejos y harta carne asada en los dos. Más además una que otra (bendita) cerveza con los amigos mientras disfruto de mis últimos días de soltería.
Total, dirían alguien por ahí… ¿qué le hace?
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