jueves, 31 de agosto de 2006

Hasta los 45


Nunca pensé seriamente en casarme. Siempre entendí el concepto y la seriedad que reviste el matrimonio, pero nunca hice propia esa meta. Siempre fue algo ajeno a mi realidad, algo que les pasaba a los demás pero no a mí.

Incluso, cuando era adolescente y alguna tía me preguntaba sobre cuándo daría ese paso, bromeaba diciendo que hasta que tuviera 45 años y canas en las sienes.

Todavía no tengo esa edad pero ya estoy comprometido, ya entregué un anillo de compromiso y ya me concedieron su mano… ya estamos planeando los detalles y pidiendo presupuestos para la misa y la fiesta.

Entre mis amigos he visto caras de sorpresa en unos y de alegría en otros, he escuchado diferentes comentarios de aliento y hasta he recibido llamadas de larga distancia para confirmar la noticia y felicitarme.

Es a veces, en esos momentos, que la emoción me invade, el estómago se me hace nudo y el corazón se me acelera… entonces reflexiono sobre el paso que quiero dar, es grande, enorme. Pero estoy convencido y, sobre todo, enamorado.

A veces Susana y yo bromeamos al respecto y me dice que le dan nervios, que deberían cerrar las puertas del templo después de que ella entre para que no salga corriendo…

No se lo he dicho, ¿pero y si salgo corriendo yo?

Creo que todavía puedo esperar a que me salgan canas en las sienes… total, ¿qué son otros 12 años más?

viernes, 25 de agosto de 2006

Un poco de… ¿nostalgia?




Tal vez sea el día nubladito o que, a pesar de estar en la chamba, en este momento no tengo mucho qué hacer, pero me acordé de un pequeño texto (no me atrevo a llamarlo poema) que escribí hace poco más de un año, en julio del año pasado.

Ese día me había levantado con una palabra en la mente, y la repetía y la repetía hasta que me senté frente al monitor de la computadora y me puse a escribir, escribí sin corregir nada y así quedó.

Desde entonces no lo había vuelto a leer y hoy saboreé nuevamente las palabras, mientras experimentaba una mezcla de… ¿melancolía? ¿nostalgia?

Aquí se los dejo a ver qué les parece.



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Trataré de transformarte en algo abstracto...


Trataré de transformarte en algo abstracto
de olvidar tus ojos
el color de tu pelo
tu voz

Trataré de olvidar los detalles,
de convertirte en algo abstracto,
de recordar tu esencia
pero no las cosas que me hicieron amarte

Como cuando se desgasta una moneda
y no puedes ver el grabado.
La reconoces en contexto,
pero no los detalles

Y estarás ahí
como algo bello
como algo sin forma tangible
como un sueño que no puedes recordar claramente
como un suspiro
como algo que fue

Aparecerás en el recuerdo
aún sin proponérmelo
y entonces, en ese instante,
brillará nuevamente tu rostro
y tu sonrisa, junto con la mía

Por un instante...

Y como un suspiro te alejarás de mí nuevamente...

viernes, 18 de agosto de 2006

Nuevo link

Por fin mi pequeño blog saldrá del anonimato, y es que el buen Martincillo puso un link desde su espacio hasta mi página...

Aunque creo que tendré que mejorar la temática de mis entradas y acidificar mis comentarios para estar a la altura de las circunstancias, pues sin duda empezaré a tener nuevas visitas.

(Bienvenidos sean, por cierto)

Por lo pronto espero que también me agregue a Hi5 y ser su contacto número 53 de la lista de amigos y conocidos, o que por lo menos cumpla la amenaza de ponerse a ver mis fotos.

Saludos a todos.




P.D. Por cierto, a mí también agréguenme!

viernes, 11 de agosto de 2006

Nuevos horizontes



El tiempo no se detiene y con cada día que la vida nos regala, nos queda un nuevo recuerdo o vivencia. Desde el regalo de una sonrisa hasta la cálida sensación de otra mano rozando la nuestra.

Hace un mes exactamente que publiqué mi última entrada, y en este tiempo mi vida quedó marcada por infinidad de recuerdos que sería difícil tratar de resumir en unas cuantas líneas.

Sin embargo, el más importante de ellos sucedió el sábado pasado, cuando decidí dar un nuevo paso en mi vida.

Ese sábado por la tarde transcurrió suavemente con Susana, presenciamos la historia de un camello que llora y compartimos una cena con pasta y vino tinto.

Una cena discretamente planeada, donde finalmente le hice patente mi deseo de compartir la vida a su lado. Una ilusión que tomó forma en un anillo que le entregué mientras las manos me temblaban y las lágrimas asomaban en sus ojos.

Hoy casi transcurre una semana desde entonces y más de un mes desde que estuve buscando el brillante adecuado. Hoy la vida muestra nuevos horizontes ante mis ojos y aunque el camino apenas está esbozado, sé que lo recorreré de la mano de quien más amo en este mundo.