lunes, 5 de febrero de 2007

Un bautizo sui generis




Cuando soltaron la primera vaquilla la tensión del ambiente se podía cortar con cuchillo. Todos los ojos miraban hacia la misma dirección mientras los corazones de los que estaban en el ruedo se aceleraron simultáneamente.

El primer valiente se acercó con paso decidido. El porte y la elegancia en los pases demostraron la vieja escuela. Sergio también le hizo los honores al animal que, rascando el suelo, levantaba nubes de tierra demostrando su disgusto.

Poco a poco los más arrojados, siempre dirigidos por los expertos matadores, enfrentaron sus temores en el ruedo. Los más afortunados lograron salir garbosos con el brillo de la victoria en los ojos, pues hubo otros, los menos, que rodaron por el suelo quedando su orgullo maltratado.

Después arrancó el mariachi y la alegría mexicana brotó en los corazones de los presentes. Las notas de Silverio se dejaron escuchar remarcando el ambiente taurino de la tarde. Tequila y cervezas refrescaban las gargantas de los que acompañaban la voz del mariachi.

Roberto, Lalo, Daniel y yo disfrutamos la tarde mientras moría lentamente el sol en el horizonte. La llegada de la noche trajo tacos al vapor y música de rockola, mientras el tequila seguía fluyendo y una que otra botella de tinto hacía su aparición.

Sergio afónico pero sonriente nos acompañaba ocasionalmente, pues el número de invitados era grande. Sin embargo la hora de partir llegó, el bautizo más sui generis al que he ido llegaba a su fin para darle paso a la noche bohemia.

Minutos más tarde acompañado de Gustavo y Hugo, dejábamos el Red Pub para iniciar la travesía nocturna por la ciudad. El motivo: la llegada de Juan Pablo, un poeta de origen francés radicado en Chile.

Más cerveza, humo de cigarro, anécdotas y duritos en el Scratch. El bar América con el horario amputado y tacos en Chapultepec. La promesa de una botella nos llevó a mi casa, donde el Beaujolais hizo su aparición con el beneplácito de Juan Pablo.

La plática por momentos parecía no terminarse al igual que la botella. Sin embargo la noche moría cuando fue el momento de despedirlos.

Creo que la próxima vez recordaré la importancia de tener las pilas de la cámara bien cargadas.

Cumbia y despedida











Luz roja y cumbia. Pies moviéndose al ritmo del corazón entre sonrisas, cerveza y amigos. Así transcurrió la noche del viernes en Acné, donde la cita tenía más pinta de celebración que de despedida.

Juego de luz y sombras. La realidad filtrada a través de un visor. Los restos de la velada transcurrieron tratando de congelar pedacitos de realidad para convertirlos en recuerdos.





jueves, 1 de febrero de 2007

El fin de un ciclo


Ayer fue un buen día. Un día de esos en los que pasan demasiadas cosas juntas y que con el paso del tiempo empiezas a desmenuzar y darte cuenta de todo.

Para empezar llegué tarde al trabajo… jejeje. Traía incluso mal humor, que se me fue borrando conforme transcurrió la mañana. Tanto que en determinado momento salí al banco y disfruté como nunca el caminar por las calles de la ciudad.

Hacía un día maravilloso. El cielo estaba increíblemente azul, con una que otra nube blanca y un sol tibio. El viento fresco se había encargado de llevarse lejos la contaminación habitual y el ambiente se sentía limpio.

Por un momento cobré conciencia del estar parado en la esquina de Juárez y Corona, esperando el alto para cruzar, y quedé maravillado de esas sensaciones. Un momento de quietud personal en medio del ir y venir citadino.

En fin, ese momento quedó grabado en mi cabeza, con un pequeño bookmark para poder recurrir a él y plasmarlo por escrito.

Después de eso la tarde transcurrió despacio, sin prisas, con un intento fallido de satisfacer un antojo de tacos al pastor y comida en casa de Susana. Con besos en un sillón mientras era hora de ir al Ex Convento del Carmen.

15 minutos más tarde y era casi imposible encontrar lugar en la sala Higinio Ruvalcaba, donde una multitud buscaba atisbar lo que sucedía unos metros más adelante. Mientras tanto en el estrado los invitados de honor empezaban a nombrar a los becarios: pasos titubeantes, el corazón acelerado y el temor de tropezarse hicieron presa a más de alguno.

Una carpeta con un cheque, tres apretones de mano acompañados de felicitaciones (que los nervios del momento volvían inaudibles) y una sonrisa de satisfacción aparecía en el rostro al momento de regresar a su asiento.

Lety Cortés recibió su primer cheque de la beca del CONACULTA para la creación literaria, mientras Hugo y yo captábamos el momento con nuestras cámaras.

Muchas caras conocidas, much@s amig@s. Recuerdos del pasado escabulléndose entre los invitados. El sorpresivo e inesperado final de una época con un saludo y un beso en la mejilla, mientras la promesa de un futuro luminoso esperaba un vaso de vino. Brindis, canapés, más fotos y una intervención musical de Pneumus dieron color a la noche.

Una noche de nuevos amigos, anécdotas y chistes que nos llevaron hasta el Red Pub donde la noche murió sin sentirlo, dando fin a un ciclo personal y al primer mes del año, para comenzar uno nuevo entre risas y brindis.

Desperté a una mañana luminosa. A un nuevo día que brilla aún más por la sonrisa que me regaló Susana en la mañana.

Hoy la vida es bella y las posibilidades infinitas…