Había imaginado mi regreso al trabajo enmarcado por un día gris, frío y oscuro, con lluvia constante desde la madrugada y calles inundadas. Uno de esos días en que es mejor no salir de la cama.
Sin embargo, hoy amaneció seco. Nublado, pero sin lluvia y, contrario a lo que esperaba, no me costó tanto trabajo levantarme temprano. Y eso que las últimas dos semanas me había despertado después de las 8.00, la hora en que debo estar en la oficina bañado y rasurado.
En fin, mis vacaciones de verano terminaron por fin y heme aquí, sentado frente al monitor de la computadora, tratando de contener uno que otro bostezo y repasando mentalmente las opciones para desayunar.
Y repasando también los pendientes de la boda que aún me quedan por resolver, pues aunque avanzamos mucho en estos últimos quince días, todavía hay detalles que afinar, afortunadamente son los menos ya.
Veamos: me falta entregar algunas invitaciones, me falta comprar mis zapatos, escoger el repertorio musical para la ceremonia religiosa y hasta tratar de bajar un poco de peso en tan sólo 18 días…
Incluso hice una apuesta con mis cuñados y Susana para ver quién bajaba más, pero el destino cruel se ha empeñado en que no sólo no pierda peso, sino que haya aumentado un poco más.
Pretextos no han faltado: desde la boda de Emigdio, pasando por el cumpleaños de Fernando y el de mi madre, con sendos festejos y harta carne asada en los dos. Más además una que otra (bendita) cerveza con los amigos mientras disfruto de mis últimos días de soltería.
Total, dirían alguien por ahí… ¿qué le hace?
Sin embargo, hoy amaneció seco. Nublado, pero sin lluvia y, contrario a lo que esperaba, no me costó tanto trabajo levantarme temprano. Y eso que las últimas dos semanas me había despertado después de las 8.00, la hora en que debo estar en la oficina bañado y rasurado.
En fin, mis vacaciones de verano terminaron por fin y heme aquí, sentado frente al monitor de la computadora, tratando de contener uno que otro bostezo y repasando mentalmente las opciones para desayunar.
Y repasando también los pendientes de la boda que aún me quedan por resolver, pues aunque avanzamos mucho en estos últimos quince días, todavía hay detalles que afinar, afortunadamente son los menos ya.
Veamos: me falta entregar algunas invitaciones, me falta comprar mis zapatos, escoger el repertorio musical para la ceremonia religiosa y hasta tratar de bajar un poco de peso en tan sólo 18 días…
Incluso hice una apuesta con mis cuñados y Susana para ver quién bajaba más, pero el destino cruel se ha empeñado en que no sólo no pierda peso, sino que haya aumentado un poco más.
Pretextos no han faltado: desde la boda de Emigdio, pasando por el cumpleaños de Fernando y el de mi madre, con sendos festejos y harta carne asada en los dos. Más además una que otra (bendita) cerveza con los amigos mientras disfruto de mis últimos días de soltería.
Total, dirían alguien por ahí… ¿qué le hace?
3 comentarios:
no hablesh de dieta! que sho tengo ya quién sabe cuántos años en esas pa' que me entre el corsé tinto que me quiero poner pa' su boda, sha nu recuerdo lo que son los taquitos sniffffffffff
ah... atte princis del comentario de abajo huhu
ah, era el de arriba hahaha
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