Mientras llevo la cuenta regresiva de los días que faltan para que se estrene Batman The Dark Night (18 de julio), el miércoles pasado pude ir a ver la película de Iron Man y me divertí como enano.
Curiosamente el estreno mundial de esta película se dio en nuestro país (en el resto del mundo fue el día de hoy, incluyendo EUA) y coincidentemente con el día del niño, así que la sala estaba llena de pequeñuelos, quienes con bolsas de palomitas más grandes que ellos se disponían a ver la nueva producción de Marvel.
La verdad es una película sin grandes pretensiones, dominguera podríamos decir, pero cumple perfectamente con la premisa de entretener. Con una muy buena banda sonora, impecables efectos especiales y un excelente reparto, las dos horas de la película se pasan sin sentir y nos dejan con ganas de ver más (después de los créditos finales aparece una secuencia que anticipa la segunda parte).
La película está muy bien realizada, y la actuación de Robert Downey Jr. es excelente, mostrando incluso una madurez histriónica que me sorprendió bastante, especialmente después de conocer los problemas de farmacodependencia en los que estuvo metido (algo en lo que se identifica con el personaje de Tony Stark).
De hecho la película me gustó más (tristemente) que cualquiera de la trilogía de SpiderMan, que curiosamente tuvieron muchas quejas de los fans desde el principio. Y digo tristemente porque es el principal ícono de Marvel y a mi parecer las películas no estuvieron a la altura del personaje.
En el caso de Iron Man es diferente, aunque la trama no profundiza demasiado en la psicología de su personaje principal y sus conflictos existenciales (recordemos que es una película infantil), la sobria utilización de los efectos especiales y escenas de acción valen la pena.
Nada que ver con las recargadísimas precuelas de Star Wars, que tan sólo tienen 17 minutos de escenas sin efectos especiales (¡no hay que abusar!).
En fin, habrá a quien le guste y a quien no. Yo por lo pronto pasé un divertido día del niño en el cine...
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