El viernes por la noche tenía unas ganas enormes, casi desesperadas, de una cerveza helada. Me imaginaba cómodamente sentado, con un cigarro en la mano y una
Tijuana Morena en la otra, sintiendo cómo el cansancio de un día pesado se diluía con cada trago… sin embargo ni el Cachalote ni Compish estaban disponibles. Como además no tenía plan alterno (léase invitación para la inauguración de la Muestra*), terminé durmiendo temprano.
El sábado fue diferente, lo disfruté bastante. Y es que desde el miércoles había hecho planes con Madking para irnos a comer al
Negro, así que a las 3 de la tarde en punto, Susana, Esmeralda, él y yo, estábamos cómodamente sentados disfrutando del calorcito con una Pacífico a punto de nieve. Los camarones al tamarindo, a la mandarina, al ajo y al patrón fueron acompañados de una plática sabrosa, mientras hacíamos intercambios que nos permitieron probarlos todos.
Más de dos horas después la sobremesa nos exigía un cafecito y un asiento más mullido, así que sin más preámbulo nos dirigimos a la Gran Plaza por uno, donde además pudimos caminar un poco para bajar la comida. Finalmente decidimos, además, entrar al cine donde pudimos ver la película “
Lo mejor de mi”, de manufactura ibérica y que formaba parte de las películas del Festival de Cine.
Finalmente esa noche también dormimos temprano, pues al día siguiente saldríamos a carretera y así fue: el domingo agarramos camino hacia Ciudad Guzmán, no sin antes sufrir un retraso inesperado al toparnos de frente con el
Medio Maratón de Zapopan, cortesía de nuestras brillantes autoridades viales que no supieron (pudieron o quisieron) desviar el tráfico.
En fin, cuando por fin pudimos cruzar la ruta de los maratonistas después de una hora de espera, empezamos a disfrutar de un día muy agradable y soleado. Para cuando el hambre hizo su aparición hicimos escala en unos taquitos muy sabrosos que están cerca de Zacoalco de Torres, de tortillas recién hechas a mano y donde pudimos saborear, además, un delicioso café de olla.
Yo no conocía la
Laguna de Zapotlán, así que no pude dejar de admirar la majestuosidad del paisaje con el nevado de Colima al fondo. Algo digno de una postal, con su espejo de agua y los tonos azules del cielo y de las montañas.
Antiguamente la carretera pasaba por ahí, a media laguna, pero según me contaron hubo varios accidentes que terminaron en el agua, así que terminaron por hacer una desviación. Lo que queda de la antigua carretera permite el paso de los carros y supera con mucho la utilización de un bote para pescar, pues simplemente te estacionas, bajas tus cosas y estás a mitad de la laguna.
Ahí armamos nuestro mini campamento junto al carro: una sombrilla, sillas y el equipo que traíamos, mientras el iPod sonaba en el autoestéreo. En un santiamén teníamos las tres cañas armadas y puestas en su lugar con el cebo, mientras el sol bañaba nuestra piel cubierta de bloqueador. Los libros y las revistas hicieron su aparición junto con la primer cerveza, pero corrimos con tan buena suerte que no tuvimos oportunidad de leer. Los peces empezaron a picar y fue necesario estar sacándolos con cuidado y colocar cebo continuamente.
Sin presumir fuimos la sensación del domingo, pues nadie más estaba sacando nada. En poco más de 2 horas y media logramos pescar 6 ejemplares de buen tamaño, de los que regalamos dos a los vecinos que se acercaron, pues eran demasiados para nosotros.
Cerca de las 4 de la tarde íbamos ya rumbo a Ciudad Guzmán a comer, donde saboreamos unas deliciosas tostadas con una salsa harto picosa y cebollita morada desflemada, que lograron quitarnos el antojo de birria que traíamos (estaba cerrado el localito al que pensábamos llegar).
El regreso fue la parte más pesada del día, pues mientras Susana y Eduardo dormían con el estómago lleno, yo venía cabeceando al volante. Afortunadamente despertaron cuando estábamos cerca de Acatlán y el sueño se me espantó un poco, aunque fue entonces que nos topamos con las filas interminables de autos que regresaban a Guadalajara. Siempre en el trecho previo a la desviación a Tlajomulco.
Todavía llegué a destripar los dos pescados que me tocaron, que resultaron ser hembras y estar llenas de cientos de minúsculos huevecillos. Todavía me falta, por cierto, conseguir una buena receta para prepararlos en caldito… ¿alguien gusta?
(*) Ahora Festival de Cine Internacional en Guadalajara.
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