martes, 4 de marzo de 2008

Fin de semana con olor a bosque

El fin de semana nos fuimos a Mazamitla. La idea original era viajar el sábado muy temprano para aprovechar todo el día allá, sin embargo fuimos saliendo de Guadalajara casi a las 3 de la tarde por cuestiones de la chamba. Ni siquiera habíamos comido, así que hicimos una escala técnica en un SubWay para comprar algo para el camino.

Llegamos allá como a las 5.30 pm. sin contratiempos, aunque nos tocó ver un auto volteado muy cerca de la entrada a Concepción de Buenos Aires. No supimos muy bien qué había pasado, pues había gente alrededor del auto y una patrulla de vialidad, pero no se veía a nadie herido. Tan sólo caras de resignación.

En la cabaña ya nos esperaba la familia de Susana. Niños y adultos habían llegado desde temprano y nuestro arrivo coincidió con la comida, consistente en carne asada, quesadillas, y algunas cervezas heladas.

El resto de la tarde transcurrió entre piñatas para los más pequeños, películas junto a la chimenea y más cervezas en la terraza mientras disfrutábamos de un buen cigarro.

La noche se pasó en un santiamén, pues amaneció mucho antes de lo que me hubiera gustado. Lo bueno es que tengo una concuña madrugadora y que cocina delicioso, así que mientras yo terminaba de abrir los ojos y estirarme, los olores del desayuno ya llenaban la cabaña.

Huevos revueltos con chorizo, frijolitos y jugo fresco de manzana satisfacieron tanto mi paladar como mi apetito. Por postre tuvimos rebanadas del pastel de cumpleaños (nota: volver a comprar pastel de chocolate alemán, ¡mmmh!) de Tomás, el novio de mi cuñada.

El sol de mediodía nos encontró en la plaza del pueblo, donde después de dar algunas vueltas entre los puestos, las tiendas y el mercado, finalmente compramos las cosas para la comida. Yo compré algo de queso fresco, crema y algunos panes dulces recién hechos.

La comida, sencilla pero muy rica, consistió en hamburguesas hawaianas con, obviamente, más cervezas frías. Una hora y un cigarro después nos encontrábamos recogiendo todo para el regreso, que fue mucho más lento, pues esta vez la carretera estaba llena.

Cuando de plano íbamos a vuelta de rueda fue poco antes de llegar a la desviación hacia Tlajomulco. Reloj en mano, hicimos una hora justa desde ahí hasta López Mateos y Justo Sierra, donde finalmente dimos vuelta para ir a misa de 8 pm. al templo que está ahí a una cuadra.

Cuando finalmente llegamos al depa, lo único que quería era que fuera sábado otra vez para poder levantarme tarde al día siguiente... gajes del oficio.

1 comentario:

Pillo dijo...

es de esos fines de semana que te levantas diciendo: I need a vacation from my vacation...que rico es el bosquecito...