Aquella voz y la manera tan curiosa de pronunciar las cosas entrecortadas siempre me llamó la atención. Después supe que la mujer se llamaba Nati Mistral y que lo que recitaba era un poema andaluz.
Muchos años han pasado y aún resuena en mis oídos aquella voz diciendo...
"Y me bendijo mi mare.
Diez céntimos le dí a un pobre
y me bendijo mi mare.
Ay, qué limosna tan chiquita,
qué recompensa tan grande."
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