Lunes 8 de enero de 2007 para ser más exactos.
Para muchos niños el terrible regreso a clases después de Navidad, para mí la conclusión del primer fin de semana del año, que de ser cierto eso de las cabañuelas, augura un año muy fiestero y celebrado.
Para empezar les diré que el viernes me tocó comer de tres roscas de reyes diferentes, empezando con la de aquí del trabajo. Lo malo fue que en las tres me salió monito, obligándome así a cooperar para la compra de los famosos tamales del 2 de febrero.
El sábado no se quedó atrás en cuanto a compromisos sociales, pues estaba invitado un doctor amigo de mis padres a cenar a la casa. Después del spaghetti, la carne y el vinito tinto, el cafecito de rigor fue sustituido por sendas tazas de chocolate caliente y rebandas de rosca, en donde para variar, logré atinarle al famoso muñequito…
Por un momento bromeé al respecto, diciendo que estaba formando un kinder. Aunque todos me auguraron señal de buena suerte.
Más tarde, nos dirigimos Susana y yo a casa de Lucía, pues había fiesta por motivo de su cumpleaños. Botana, cervezas, karaoke, baile, fotos y muchos abrazos. La anfitriona lucía radiante y feliz de recibir felicitaciones por parte de familiares y amigos.
Vodka piña para nosotros. Mi atención brincaba de la plática entre Compish y Lety Cortés, a la que sostenía Susan con Raúl Arias e Isabel, pasando por la de Martín, Ricardo y el Payi.
Muchos rostros conocidos, muchos amigos. Emigdio, Herly, Lety, Begoña, Carlitos, Roberto y un gran etcétera, que hicieron acto de presencia para convivir con Lucía esa noche.
El Trío Calavera reunido otra vez, esa fue una gran sorpresa para mí, pues imaginaba a Martín en Playa del Carmen después de Año Nuevo. Azares del destino y su última noche en Guadalajara la pasó con nosotros, antes de emprender el vuelo a las 7 am. rumbo al sur en busca de calor tropical.
Un fin de semana más. El primero del año y nuevas sonrisas y abrazos quedan grabados en el álbum de los recuerdos felices.
Para empezar les diré que el viernes me tocó comer de tres roscas de reyes diferentes, empezando con la de aquí del trabajo. Lo malo fue que en las tres me salió monito, obligándome así a cooperar para la compra de los famosos tamales del 2 de febrero.
El sábado no se quedó atrás en cuanto a compromisos sociales, pues estaba invitado un doctor amigo de mis padres a cenar a la casa. Después del spaghetti, la carne y el vinito tinto, el cafecito de rigor fue sustituido por sendas tazas de chocolate caliente y rebandas de rosca, en donde para variar, logré atinarle al famoso muñequito…
Por un momento bromeé al respecto, diciendo que estaba formando un kinder. Aunque todos me auguraron señal de buena suerte.
Más tarde, nos dirigimos Susana y yo a casa de Lucía, pues había fiesta por motivo de su cumpleaños. Botana, cervezas, karaoke, baile, fotos y muchos abrazos. La anfitriona lucía radiante y feliz de recibir felicitaciones por parte de familiares y amigos.
Vodka piña para nosotros. Mi atención brincaba de la plática entre Compish y Lety Cortés, a la que sostenía Susan con Raúl Arias e Isabel, pasando por la de Martín, Ricardo y el Payi.
Muchos rostros conocidos, muchos amigos. Emigdio, Herly, Lety, Begoña, Carlitos, Roberto y un gran etcétera, que hicieron acto de presencia para convivir con Lucía esa noche.
El Trío Calavera reunido otra vez, esa fue una gran sorpresa para mí, pues imaginaba a Martín en Playa del Carmen después de Año Nuevo. Azares del destino y su última noche en Guadalajara la pasó con nosotros, antes de emprender el vuelo a las 7 am. rumbo al sur en busca de calor tropical.
Un fin de semana más. El primero del año y nuevas sonrisas y abrazos quedan grabados en el álbum de los recuerdos felices.
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