Boca de Tomates

Pues resulta que el último día en Vallarta, Ricardo decidió invitarnos a comer a Boca de Tomates, donde según decía, la comida era buenísima.

En lo particular nunca me ha gustado comer pescado zarandeado por aquello de tener que estar ‘escarbándole’ y quitándole las espinas. Sin embargo, con el beneplácito de todos porque ya hacía mucha hambre y ni siquiera habíamos desayunado, emprendimos la marcha.

Un camino de terracería al borde de carretera nos llevó, después de sortear infinidad de baches, hasta una playa que me recordó a Maruata con sus ‘ramadas’ (según podíamos leer en los letreros) y sus mesas de plástico.

Después de darnos la bienvenida, los dueños nos mostraron varios pescados hasta que escogimos uno, que para estos menesteres pesaba 2 kilos 800 gramos y que inmediatamente empezaron a preparar.

Unas tostadas de ceviche de camarón y unas Pacífico bien heladas sirvieron de aperitivo mientras veíamos las olas romper en la playa a menos de 10 metros. Finalmente el pescado llegó acompañado de tortillas hechas a mano, un plato de arroz, limones, mucha salsa mexicana y un olor simplemente de-li-cio-so.

El primer taco, debidamente lleno de salsa, limón y los primeros pedazos dorados de pescado a las brasas, fue recibido por mis papilas gustativas con una gran ovación… sin exagerar, era el mejor pescado zarandeado que he probado en mi vida.

En ese momento parecía que el pescado no iba a ser suficiente para los cuatro por el hambre que traíamos, pero resultó engañoso y antes de poder acabárnoslo, uno por uno nos fuimos declarando satisfechos con una gran sonrisa en el rostro.

Mi sorpresa y satisfacción fue tal que no pude dejar de felicitar al cocinero, quien amablemente accedió a posar para la foto del recuerdo de aquel festín. Festín que espero repetir muy pronto.

La primer cerveza frente al mar

Ricardo Jiménez, Ricardo Chávez y Lulú

El maestro cocinero y nuestra amable mesera

Finalmente me rendí

Ramada "El Pirru", casa del mejor pescado zarandeado