viernes, 8 de febrero de 2008

En tierras independentistas


Llegamos a las 8.30 hrs. del sábado a Querétaro, después de tres horas y media de autopista a 160 kmh. Lo sé porque me puse a revisar los tickets de las casetas y la hora impresa en cada uno de ellos.

Como el hambre arreciaba, caímos directamente a desayunar en La Mariposa, esa cafetería que tiene muchísimos años de servicio y tradición por aquellas tierras, donde pedí unas deliciosas enchiladas verdes de pollo, con un chocolatito caliente y unos tamalitos. Cuántos años no tendrá ese lugar, que mis padres ya iban ahí antes de entrar a la universidad y mucho antes de siquiera conocerse.

De ahí nos fuimos a hacer check in al hotel donde se quedaron mi madre, Nancy mi hermana y Susana, pues Michel y yo nos quedaríamos en casa de Cuitláhuac, un amigo de mis padres. Con quien llegamos justo a tiempo para ayudar en la preparación de la comida.

Después de un plato de carne con chile, tortillas calientitas y mucho aguacate, me seguí de frente con un cafecito y algunas galletas caseras mientras todos platicábamos del viaje y de las cosas sucedidas en el tiempo en que no nos habíamos visto.

Cabe mencionar que Cuitláhuac es casi casi un tío, pues la amistad con mis padres se remonta a varios años antes de que se casaran ambos. De hecho sus hijos y nosotros (mis hermanos y yo) nos tratamos como primos y, obviamente, nos conocemos de toda la vida pues coincidimos en edades.

Para cuando se hizo de noche nos enfilamos a ver una obra de teatro en un lugar muy curioso llamado "Corral de Comedias", curioso porque no hay en Guadalajara nada que se le parezca. El lugar es una casa colonial con un escenario pequeño, rodeado en semicírculo por mesas y sillas colocadas en diferentes niveles, desde donde se puede ver la obra, comer algunas tapas y beber algún vino tinto o café.

La obra se llamaba "México lindo y temido" y era más bien una serie de sketches cómicos que recordaban los tiempos de las carpas, esos espectáculos populares de donde surgieron grandes comediantes como Cantinflas, Palillo y Tin Tán. Desafortunadamente no nos gustó tanto, especialmente cuando se han montado ahí mismo obras más estructuradas y divertidas como "Crónica de un divorcio anunciado".

De ahí la escala obligada fue en unos taquitos de guisados a los que nos llevaban mis padres desde pequeños, con tortilla recién hecha y una gran variedad de ollitas con diferentes platillos. Lo malo es que yo tenía un dolorón de estómago desde antes de la obra de teatro, así que por más delicioso que olía todo aquello preferí no cenar, aunque fue un verdadero suplicio ver las caras satisfacción de todos al comer.

Eso sí, no pude resistir las ganas de una cerveza y después de la cena me fui con uno de mis primos a La Cantina de los Remedios por una bien helada. La plática sabrosa y algunos cigarros
terminaron por relajarme, aunque la cerveza me la tuve que tomar más despacio de lo acostumbrado por aquello de la molestia estomacal. Afortunadamente dormí como lirón y amanecí como nuevo.

Por cierto que hasta que llegamos a Querétaro nos dimos cuenta de que a la cámara se le había terminado la batería y que el cargador se había quedado en Guadalajara. Después subiré algunas fotos que tomamos Michel y yo con los celulares.





Próximamente la segunda parte: Viaje a Bernal.

2 comentarios:

Pillo dijo...

Doppler te la pasas comeindo solamente..en Leon lo mismo y luego porque le duele la panza...

Doppler dijo...

Ya sé... pero ni modo que no probara lo que tan amablemente nos habían preparado.

Eso sí, al día siguiente me limité bastante para evitar complicaciones y probar de todo.

(Y sí funcionó).