Inesperado

No sé ustedes, pero hay situaciones tan estúpidamente inesperadas que a veces no sabes si llorar o reir. En mi caso eso me sucedió anoche, justo después de salir de trabajar.

Y es que al subir al carro y darme cuenta de que no traía gasolina, decidí ir a cargar una poca. Y mientras me dirigía hacia allá iba disfrutando de una excelente pieza de jazz en RMX (100.3 Fm), tanto que cuando me estacioné frente a la bomba de servicio me dieron ganas de seguirla escuchando, así que apagué el carro y dejé encendido el estéreo. Obviamente para poder hacer eso tenía que dejar las llaves en el switch.

Con lo que no contaba es que al bajarme, de manera automática, puse el seguro de la puerta y la cerré detrás de mi...

Asombro momentáneo (cara de baboso), imprecaciones variadas y de todos colores (todas en voz baja), repaso mental de la ubicación del duplicado (extraviado), mirada aprensiva al reloj (20 minutos para las 10 pm.), marcación frenética por celular (a mis hermanos y a Susana) y, por último, espera de más de 40 minutos para que llegara el cerrajero hasta la gasolinera.

Mientras tanto me tocó soportar las miradas extrañadas de los dependientes, desviar hacia otra bomba a los carros que se formaban detrás del mío y observar el cambio de horario y cierre de los empleados de la gasolinera: silbatazo (como en partido de futbol), envío del dinero de las ventas por correo neumático, apagado parcial de las luces, cierre de la mayoría de las máquinas y, por último, el silbatazo final.

Total, 15 minutos después de que llegó el cerrajero ya estaba yo detrás del volante nuevamente, con un hambre atroz y con el bolsillo más ligero. Ahí empecé a repasar la lista de los hubiera: "de haber sabido hubiera llenado el tanque...", "me hubiera ido a cenar...", "me hubiera comprado un Cd..."

C'est la vie