En todas las obras que se respeten hay una. Las más simples, de tablas rústicas. A veces con guirnaldas de plástico, pero siempre buscando la protección divina para los laboriosos chalanes…
En esta ocasión la creatividad de algún artista desconocido, maestro de la mezcla y la cuchara grande, me sorprendió mientras caminaba por Eulogio Parra.
Cuidadosamente detallado hasta en la corona de espinas…
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