miércoles, 6 de junio de 2007

Crónica de una resaca anunciada


Un sonido molesto y repetitivo me arrastra desde las profundidades de la inconciencia… entreabro los ojos y al instante mi cuerpo entero es asaltado por un profundo malestar paralizante. Guiado por el sonido más que por la vista, mis manos palpan hasta encontrar mi celular y apagan la alarma, para inmediatamente volver a caer… caer… caer en un agradable sopor que me aisla del dolor y de la realidad.

Cuando al fin la luz de la conciencia se hace presente en mí y me doy cuenta de que tengo que ir a trabajar, es porque he repetido el proceso infinidad de veces y ya es tarde, muy tarde. Me levanto con un mareo impresionante y por un instante estuve a punto de comprobar la dureza del piso al intentar llegar al baño.

Enciendo la luz y abro la regadera, el dolor de cabeza es impresionante. Apenas y puedo abrir los ojos, tal parece que en lugar de lengua amanecí con un estropajo en la boca, un estropajo reseco además.

Mientras el agua fría me ayuda a terminar de despertar, el olor a cigarro se desprende poco a poco de mi cuerpo. Al nulo apetito se suman las náuseas, que permanecerán durante casi toda la mañana…

Y pensar que lo que ayer era una buena idea, se convertiría en la pesadilla del día siguiente: Echarse unas chelas para mitigar el calor aprovechando el 2x1 de La Enredadera, donde unos tarros helados de cerveza de barril nos dieron la energía suficiente para emprender el éxodo hasta La Diablita, donde vimos el partido de México vs. Paraguay mientras las cervezas y las botanas danzaban alegremente sobre nuestra mesa.

Cigarros, chelas, chistes y plática sabrosa ayer, dolor de cabeza y trabajo temprano hoy, ¿dónde diablos dejé mi cajita de sal de uvas Picot?

Los pastores ya están viejos, diría Vida…

1 comentario:

Anónimo dijo...

weno... las consecuencias, nada más, pa' la otra pues inviten...! aunque sea matiné hehe

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