martes, 11 de diciembre de 2007

Hoy por ti...

El jueves pasado fui a donar sangre. Todavía se pueden ver dos pequeñas marcas en mis brazos: dos puntitos de color oscuro que indican claramente dónde entraron las agujas.

Y es que mi sangre es O Rh- y es un poco complicada conseguirla. De hecho no es la primera vez que lo hago, son varios años ya de estar donando periódicamente para personas que ni siquiera conozco.

Esta vez mi amiga Vida me pidió donar sangre para una chava que estaba en el Hospital Del Carmen, al parecer hermana de un amigo suyo. Así que la noche del miércoles cené temprano para poder ir a donar sangre el jueves por la mañana.

El centro de donación abre a las 8 de la mañana, pero como Susana tenía que ir a trabajar y yo no podía manejar tuve que llamar a mi linda progenitora, quien aceptó pasar por mí haciendo un espacio en su agenda. Con lo que yo no contaba era con esperarla más de tres horas, pues llegó por mí a las 11 pasaditas y ya me estaba muriendo de hambre.

Después de una muestra de sangre y del interrogatorio acostumbrado, finalmente me pasaron a donar. La única diferencia fue que esta vez me invitaron a formar parte de un club de donantes y hasta foto me sacaron.

Es curioso cómo cambian las instalaciones y procedimientos de hospital a hospital. En el Civil viejo el banco de sangre es grande aunque medio tenebroso, tal vez por lo viejito del edificio. En el México Americano es pequeño y austero. El del Hospital San Javier es más luminoso y con un ambiente muy aséptico. El Del Carmen tiene una gran vidriera que divide el área de las camillas del laboratorio, por lo que por un momento me sentí como animalito en experimentación bajo las miradas de las doctoras. Eso sí, todas muy amables y sonrientes.

Lo mejor de todo fue cuando me entregaron mi refrigerio pues ya tenía mucha hambre: un croissant de jamón, una manzana, un jugo y una Coca Cola bien fría. Todo me supo delicioso.

Mientras estaba en el hospital pude leer un cartel dirigido al personal médico que decía que de ellos y de su buen trato dependía que la gente volviera a donar. Desafortunadamente no es suficiente lo amable que puedan ser, no tenemos una cultura de donación en México.

Falta mucho por hacer, falta crear conciencia entre la gente. El mismo cartel decía “Ver sangre puede dar miedo, necesitarla puede causar terror” y es cierto. Desafortunadamente no pensamos en ello hasta que nosotros o algún familiar se encuentra en esa situación.

Ojalá pensáramos un poco más en los demás. Por mi parte también acepté donar mis órganos hace varios años, al tramitar mi licencia de manejo… ¿tú también?

4 comentarios:

Pillo dijo...

Yo donaré to-do, esta en mi licencia de manejo y mi familia está advertida, hasta mis ojos miopes donaré, digo de no ver a ver borroso pues prefiero que vean borroso, otra cosa aparte de donar es discutir con la familia el punto porque ellos tomarán esa desición aun cuando esto sea tu deseo...yo no puedo donar sangre por mi tatuaje...que mal...por lo que se ve donas en todos lados ¡ja!

Doppler dijo...

Mmmmh! Un tatuaje...

Nada mejor que una mujer vestida tan sólo por una pequeña cantidad de tinta.

¿Cómo es el tuyo?

Pillo dijo...

jajaja ya me puse roja...

Pillo dijo...

De la chiviada ya ni te dije...espalda baja, son 2 dragones...en mi bló está la foto...